“Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas.”
-Buda-
¿Cuántas veces hemos escuchado frases como, una imagen vale más que mil palabras o a las palabras se las lleva el viento? Y aunque en algunas situaciones suele ser verdad, hoy plantearemos nuestra reflexión desde el impacto que las palabras tienen en nosotros mismos y en los interlocutores.
Aristóteles, Platón y Sócrates eran férreos defensores del poder de la palabra y se oponían a la llegada de la escritura en la antigua Grecia, pensémoslo desde la resistencia a un cambio que era eminente dentro del proceso de educación y comunicación que la humanidad daría.
Y se oponían no desde un simple capricho, para estos grandes pensadores, la palabra tenía un valor descomunal y la esencia de su enseñanza se basaba en las descripciones profundas de las diferentes artes del libre pensamiento.
Aristóteles por encargo de Filipo II, Rey de los Macedonios, entrenó a Alejandro Magno para ser Rey, pero más allá de las estrategias de guerra, el maestro lo educó en el arte de la negociación a través de las palabras y poco se habla y se estudia, pero Alejandro Magno conquistó más territorios a través de la negociación que de la batalla.
Lo anterior es un claro ejemplo de la magnitud de lo que decimos y su reflejo en lo que hacemos.
La palabra en la crianza y la educación
Todos en alguna medida orientamos y educamos como lo hizo Aristóteles con Alejandro Magno, de nuestras palabras depende en gran medida el desarrollo de la estructura socioemocional de niños, niñas y adolescentes.
Recordemos que debemos partir de hacer consciencia sobre lo que nos decimos a nosotros mismos porque ello tiene un impacto en lo que expresamos y hacemos, bien lo dice la frase popular, “cuida tus pensamientos, porque de ellos brotan las palabras y se construyen los actos”.
Para ejemplificar lo anterior, deberíamos prestar atención a expresiones como “nunca lo lograré”, “jamás bajaré de peso”, “es mucho para mí”, mismas que dan por sentado una incapacidad para alcanzar un objetivo.
Y si vamos más allá, se las repetimos a las personas que dependen de nosotros, en especial a los hijos e hijas, “eres un vago”, jamás saldrás adelante”, “no tienes cerebro”.
El resultado, son expresiones condenatorias y frustrantes que acortan la capacidad del otro para crecer y desarrollarse con seguridad.
Así las cosas, no debemos subestimar las palabras porque a través de ellas podemos transmitir miedo, mentira, enojo, alegría, tristeza, sorpresa, frustración, entre otras emociones.
Siguiendo el camino de Aristóteles
Al responder a la pregunta ¿Cuál fue la clave de Aristóteles para entrenar a Alejandro Magno en el arte de la negociación? Nos tenemos que centrar en su apuesta por reconocer los aciertos y los errores de su interlocutor. Ese es el llamado a la acción que desde NC School queremos hacer hoy, trabajemos de la mano para cambiar el uso de las palabras dentro de la comunidad.
Es mejor usar expresiones tales como, la próxima vez estarás mejor preparado y lo lograrás; si te esfuerzas alcanzarás ese objetivo; en lo que te pueda ayudar, cuenta conmigo; sí puedes; estamos contigo; confiamos en tu capacidad.
Si asumimos con responsabilidad el valor de la palabra, entre todos, lograremos formar seres humanos fuertes emocionalmente.
+Info https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/4733/1/poder-palabra-buceta.pdf https://porrua.mx/el-poder-de-la-palabra-9786070927065.html https://lamenteesmaravillosa.com/poder-la-palabra/